miércoles, 5 de diciembre de 2012

I (Tiritantes)



Siento frio
Secanía que inunda
Mi garganta de fiebre.
Tiritan mis narices
Sobre mis náuseas escondidas
¡Que se hacen mis huesos
Allí parados
Observando insensibles
La hielumbre que nos revienta!
Los fatigados celuloides
Trabajan sus ataúdes
Y con el perdón de los ojos de mi padre
Doblo mis ojos en esta esquina de la calle.
Sacudo en rojo mis bordes opticulares
Y aun tirito.
Es la calle de setiembre
Que me ampara con sus trapos mezquinos
De papel
Y me chirrían los dientes y los huesos
Se alborota la hiel.

Los dedos de este cuerpo
Que importa a nadie
Zapatean como patos desesperados
Sobre los hombros.
Alarde de llanto con las mucosas desorbitada.
Siento frio, Padre!
Y no hay quien venga por nosotros.
Es la mañana del domingo desamparado
De la semana infinita
Que gira como ruleta
Para encontrarse con sus andrajos.
Respiro hielo
A cada corbata del hombre
A cada desliz de vehículo alfombrado.
Cetrino absorbo sus pestilencias
Sus monóxidos de carbono.
Las noches me castigan sin sus luces
Y me destierran a la Antártida,
Desnudo.

Siento frio, Padre!
Se me seca la vida
Y muerde mi piel.
El hielo quema la carne
Y la carne quema mi hiel.
El hielo quema la paciencia
Y revienta violenta en su oropel.
Siento frio…

Desamparo ojerudo, trasnochado,
Me cubre armadura de viento y polvo
Pestañas quebradizas que se esfuerzan
En pretensiones de ser frazadas.
Perro de la calle que camina
Con sus costras
A todo centímetro de pellejo tiritado.
Alfiler que se oxida frente a la mar salobre.

Daniel Lorenzo.
Huacho, 1984

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